ELENA CORREA
SEVILLA. Ayer no era día para lamentarse en el Parque del Alamillo. Ayer un ambiente positivo y de festejo predominaba entre las personas que acudieron a participar en la «Fiesta de la Integración». Qué mejor forma de celebrar el Día Internacional contra el Racismo y la Xenofobia que promocionar el intercambio cultural a través de una verdadera fiesta internacional. Muchos sevillanos abandonaron los preparativos de las tradicionales Semana Santa y Feria para unirse a la lucha por la integración al ritmo de samba brasileña o probando exquisitos manjares argentinos, mexicanos, cubanos o egipcios.
Los asistentes a esta fiesta tuvieron la oportunidad de adquirir en los puestos instalados diversos artículos típicos de otros países, como cariocas, maracas, timbales, cazasueños o pulseras de cuero. Jaime Marcelo, que vendía artesanía ecuatoriana, expresaba a este periódico que «el Día contra el Racismo debería ser todos los días». Pero fue Doha, inmigrante egipcia, quien puso la nota más exótica con su puesto de té aromático, hierbas medicinales y especias morunas. Para ella, «es importante que estas iniciativas hagan que la gente tenga más conocimiento, porque eso evita el rechazo».
También el taller de capoeira tuvo mucho éxito. Uno de los integrantes del grupo que lo impartía era Charles Pita, natural de Salvador de Bahía, en Brasil. Charles se enorgullecía de que a la gente le guste su cultura, si bien consideraba «triste que tenga que existir un día contra el racismo».
Las actividades estrella en esta celebración fueron las actuaciones y talleres de baile, en los que el público participó tratando de imitar las coreografías de batuka de las jóvenes brasileñas o los movimientos imposibles con los que se contorneaban las bailarinas de danza oriental. Los asistentes se fueron contentos de haber disfrutado de un impecable sol sevillano a la vez que de las costumbres más castizas de otros lugares del mundo.
